Los Amigos
De la amistad se habla mucho, pero como si se tratara de una sustancia uniforme que circula del mismo modo y con las mismas características en todas las personas que se brindan a un amigo. No es tan así. Seguro que hay esencias muy parecidas, pero luego las cuestiones prácticas abren grandes diferencias.
Entonces, ahí vamos con los distintos tipo de amigos, incluyendo, en algunos casos, a tipologías que están en las fronteras entre la amistad y la simple coexistencia, o directamente más allá de ellas.
El 4x4. Caso máximo, donde la amistad es todo terreno y omnitemática. El tipo (o tipa) está siempre que necesitás de una mano, ya sea frente a una rueda pinchada en la ruta como para hablar desde lo más hondo de un pozo depresivo. No importa que pases años sin verlo, siempre aparece como si diez minutos antes hubieran estado tomando unos mates.
El crudo. Amigo quirúrgico que no se anda con vueltas. Habla poco, pero siempre que lo hace mete el dedo y el brazo entero en la llaga, o te expone descarnadamente tus puntos flacos. Cuando les presentás a tu nueva mina, todos te dicen "está buena, che", "se nota que es piola", "por fin agarraste algo como la gente" y "metele para adelante". Pero él, ni bien le pedís su opinión, te dice: "Dejala, muy insegura, bipolar, y encima medio puta". Después se ceba solo un mate, y se va.
El buenaondismo. Generalmente son minas, pero esta franja gana espacio también entre los hombres. Son devotos de la corriente new age, y se la pasan mirando los programas garompas que con esa temática aparecen en Utilísima, Infinito y otras señales insufribles. Para ellos, todo se resuelve con "buena onda".
Caso típico: les contás que te colgó tu mujer, que te rajaron del laburo, que se te incendió el auto, que el del alquiler te avisó que tenés que dejar la casa en dos días y que te encontraron unas manchas raras en los pulmones. ¿Qué te dicen ellos?: "Todas las mañanas levantate y decite frente al espejo: 'Voy a ser feliz, voy a ser feliz, voy a ser feliz'. ¡Y fijate cómo va a cambiar todo!".
Uno los mira y piensa: "Te voy a romper el orto, te voy a romper el orto, te..."
El impresentable. Lo querés como a un hermano, pero siempre te deja como el culo. Estás a duras penas consiguiendo salir con una mina con la que siempre soñaste, y un día, en pleno almuerzo con tu nueva suegra, cae él. En un momento, la vieja dice, dirigiéndose a él:
-Le estaba diciendo a Fabián que me la tiene que cuidar mucho a Marikenita, porque es una chica sana, pura, de grandes valores.
-¡Jé, "pura", como se nota Fabián que no le mostraste los videítos que se grabaron con ésta, jaja!
Y, ya para remacharla, pela el celu y le muestra el archivo en el que Marikenita sale re-parecida a Wanda Nara.
La psi. Ponemos "la", porque la mayoría de las veces es una mina. Leyó dos o tres artículos largos sobre temas de psicología, y un libro de Bucay, por lo que ya se considera haciendo un posgrado, y a todo le busca una explicación freudiana, lacaniana o gestáltica.
Para ella, que te estés empomando a alguien es Edipo, que no cojas pero estés conociendo a alguien es Edipo, que te masturbes es Edipo y que hagas votos de castidad es Edipo. Si la mandás a la mierda, es que la asociás a tu madre y te hacés el duro para ver si se la podés mandar a guardar. O sea, un Edipo más grave y retorcido aún.
El depre. Es incapaz de verle el lado positivo hasta a una Eveready. Siempre te tira para abajo. Expresiones clásicas:
"Así que enganchaste a alguien, che, qué bien. ¿Quién es ella en la foto? Ah. ¿Y qué pasó, las otras te rebotaron?"
"Qué amarillos tenés los ojos. ¿No andarás con un cáncer de páncreas?"
"Me alegro mucho que te tomaran, vos sabés que yo la verdad pensaba que en ese laburo te iban a rebotar. Bah, para lo que vas a durar..."
"¿¿Pero cómo vas a hablar de suicidio, boludo??¡La mierda, tenés tanto por vivir! O, no sé, esperá dos semanas a ver si la cosa cambia, y si no..."
El fantasma de Canterville. Se supone que es tu amigo, pero no se ven nunca. Se cruzan cuando el azar quiere. Y él siempre te dice lo mismo: "¡Cheeee, cuándo vamos a hacer un asado con los vagos!!"
Lo ves tan entusiasmado, que organizás el encuentro, invitás a los otros chochamus, comprás la carne, juntás para el vino, etc, etc. Y luego van todos, menos él, claro.
Meses o años después te lo volverás a encontrar en alguna vereda, y luego del abrazo volverá a reclamar el asado del reencuentro. Pegarle o no pegarle, ésa es la cuestión.
El gasificador. Es matemático: en todo grupo de amigos hay alguien cuya característica central es que se tira unos pedos inmundos, de insoportable pestilencia.
El gasificador siempre está al filo. Las anécdotas sobre sus episodios en el viaje de egresados, actos escolares y otros ámbitos son las más exitosas y festejadas en cada reunión de amigos. Pero sólo porque se trata de hablar de pasado. Sin embargo, cuando el turro se descerraja un dope en absoluto tiempo presente, se gana el odio y el desprecio unánimes de la muchachada.
El críptico. Nadie sabe a ciencia cierta por qué mierda se lo considera un amigo, porque es más cerrado que culo de maniquí. Nunca se sabe con quién vive, de qué, cuál es su pensamiento sobre las cosas de la vida, a quién vota, en qué puesto juega cuando se arma un fulbo, nada.
Cuando aparece, saluda con una sola rayita en la batería del afecto, y luego escucha todo pero habla prácticamente nada. Un misterio.
El "receta única". Te rajan del laburo, y él receta: "Vamos a buscar unas buenas putas, y te olvidás". Te cuelga tu mujer, y él receta:"Vamos a buscar unas buenas putas, y que se cague". Te afanan el auto: "Vamos a buscar unas buenas putas, y vas a ver que aparece". Eso sí, el día que le proponés salir de putas, él te dice: "¡Para un poco, enfermo, siempre con la mente llena de mierda, vos, eh!"
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